Me gustan los domingos. Me gustan los domingos porque suele surgir la posibilidad de encontrar un momento para pasarme por aquí, sentarme delante del ordenador y dedicarme a reflexionar y divagar. Dejar constancia, simplemente, de que ha habido un instante en el que he paladeado cierta libertad y encuentro conmigo misma.
Hoy llueve. Saldremos ahora a tomar el aperitivo a casa de unos amigos. He descubierto a Hideaki Hamada y he compartido sus fantásticas fotos con mi hijo mayor. He cocinado salmón, tendido la ropa y mirado por la ventana. Y he aprendido que la lanolina proviene de las sales que se extraen de las aguas en las que se lava la lana.
Es tiempo. No más. Un día en el que no hay nada programado, todo está por venir y en el que apenas miro el reloj. Me encantan los domingos.