Con 27 días de retraso tengo por fin los síntomas de septiembre. Ya saben, ese deseo, ajeno para muchos, de forrar los libros nuevos, rellenar el estuche y cumplir con todos los propósitos que prometen eliminar la culpa de los últimos meses y aventuran un futuro feliz de logros y mejorías. Así, me ha dado de golpe. Toda la sintomatología arrancó ayer lunes. Y hoy me encuentro inscrita en un curso on line que no había previsto, quemando tarjeta en las librerías y consultando las páginas de teatros y conciertos de manera compulsiva. Un arranque de energía y candidez. Nuevos propósitos. Pero sospecho que no es más que una llama chiquita que crepita en mitad del vendaval. Veremos los síntomas que mantengo el viernes.