Últimamente (siento que la frecuencia se incrementa en los últimos meses) lo excepcional hace aparición con bastante facilidad. Una pandemia, algo que parecía insuperable para un par de generaciones, resulta que es ensombrecida por un temporal con nombre de personaje de tebeo feminizado: Filomena.
No recuerdo ya cómo era aquello de tener la agenda prevista durante meses, gracias a la ausencia previsible de hecatombe alguna. Ahora creo que todos vamos al día o que, a lo sumo, alargamos la vista una semana.
No puedo evitar preguntarme cómo serán las cosas cuando ya no haya pandemia ni temporales. Supongo que volveremos a las viejas costumbres y rellenaremos fines de semana a meses vista. Algunos auguran sexo desenfrenado por todas partes. Ya veremos.
Lo que me preocupa, por el momento, es que lo excepcional deje de sorprendernos y desaparezca. De la misma manera, me preocupa que tras la desaparición de la excepción caigamos en un aburrimiento depresivo, en una rutina destructiva, en un previsibilidad enloquecedora.
Continuará.