miércoles, 25 de marzo de 2020

Hoy brilla el sol

Hoy brilla el sol. Y se cumplen dos semanas desde el cierre de los colegios, para mí el día 1 de este confinamiento. Así que hoy es el decimoquinto día de esta nueva era. Ayer fui a hacer la compra. La mía y la de mis padres. Me costó salir de casa. Quién lo diría. Irremediablemente me pregunto si no estaré desarrollando cierta agorafobia y qué será, de ella y de mí, cuando esto pase. Me zambullo en el día a día sin ritmo, con pocos asideros. Y siento que en ocasiones naufrago. En otros momentos se da la magia del equilibrio, de que todo esté donde tiene que estar en el momento en que toca.  Y al rato todo vuelve a saltar por los aires en forma de caos inasible.
Hoy he salido a la terraza (privilegio) y me he sentado de espaldas al sol que calienta. Hablaba con mi amiga L. por teléfono. Amiga del alma. Esto quiere decir que alma y alma se entienden aunque no se vean. Y aunque no se hablen. Pero hablándose siempre todo es mucho mejor. Mejor que pretender leerse la mente. La lengua nos permite acercarnos, reconfortarnos y darnos calor. Así que ahí he estado, charlando, sintiendo el sol en la espalda y al otro lado del teléfono. Odio la primavera. Me duele profundamente su aparición. Pero hoy confieso que el sol me ha traído alegría, calor superficial y profundo e ilusión.