El viaje llega a su fin. Y sospecho que no solo se acaba Noruega sino que termina un ciclo de viajes por esta parte del mundo. O no, quien sabe. No solo es una región impactante por su naturaleza sino que también es extraordinariamente cómoda para viajar en familia. Pero creo que, como familia, estamos listos para dar un salto a otros lugares menos cómodos o que ofrezcan otro tipo de distancias y retos.
Después de casi 3 semanas en Noruega confieso que regresar no me va a resultar traumático. No estoy harta de la lluvia, ni del silencio ni del verde que hace daño a los ojos. De todo esto no puedo cansarme. Pero de alguna manera acepto que el viaje llega a su fin y que hemos saboreado cada momento con empeño. Siento que estoy preparada para despedirme.
Quizás el hecho de que todavía me quede una semana de vacaciones amortigua el golpe del regreso. Reconozco que, como todos los años por esta fecha, lo que me preocupa es el regreso a la rutina. Estar de vacaciones significa, para mí, vivir a un ritmo pausado. Y darse tiempo para estar atento a los deseos. El día transcurre con momentos tranquilos, sin grandes pretensiones. Leer, escribir, jugar, pasear, salir de excursión, concinar...
La vuelta al cole significa ir a más velocidad de la permitida y hacer lo que toca. Cada año me propongo reducir, simplificar, hacer más vivible y más ajustado a mis necesidades el desarrollo del curso. Pero las semanas terminan siempre por estar cargadas, cargadísimas. Los estímulos son muchos, los deseos también. Así que los días se llenan de planes. Y este nuevo curso es prometedor en cuanto a carga. Sé que en el trabajo será especialmente complicado y esto es determinante.
En este viaje me he llenado de naturaleza. De paisajes, de verde, de agua y de ganas de seguir disfrutando de ello. Deseo que el curso comience con un hueco para seguir saliendo al campo todo lo posible. Y que no haya distracciones en las prioridades. Porque lo que sobrecarga, sin duda, es ocultar las prioridades bajo las urgencias. Las urgencias son siempre acciones vacías que desaparecen nada más ejecutarse. Pero han anulado el deseo en el camino...
Así que, hasta aquí Noruega. Y la mochila llena de recuerdos de vuelta a casa.