Solo queda una hora de este día del fin del mundo. Por el momento solo está claro que lo que se ha acabado es el otoño. Siguiendo con la metáfora, quizás el fin del mundo consista en este meterse en el invierno de la humanidad y de los tiempos: frío, oscuridad, soledad, desprotección, dificultad. Lejos queda el otoño, el verano, la primavera. Todos ellos momentos mucho más amables. Y por delante el invierno. La única esperanza para sobrevivir a lo que se nos viene encima es el regreso, cíclico y eterno, de la primavera, a la vuelta de la esquina, fraguándose ya bajo el suelo helado. Pues cojamos leña, abriguémonos y reunámonos con aquellos a los que queremos, porque el invierno será largo. Y no hay más fin del mundo.