Llevo varias semanas durmiendo mal. O bien solo hasta determinada hora, y luego ya, nada. La cabeza se me activa con cientos de pensamientos y me es imposible volver a conciliar el sueño. Hoy uno de mis hijos me ha despertado a las 5.30. Él también está en su racha particular de despertarme a esa hora desde hace algún tiempo. Me he vuelto a dormir apenas media hora. Y después, nada, nada de sueño por ningún lado. Y me he levantado. La luna llena brillaba entre las nubes y arrojaba su luz a través de las ventanas del salón. Tanta luz, que había sombras, por todas partes, una para cada objeto.