Esta semana soy una horquilla de moño. Agarro como puedo, sin dejar escapar nada y manteniendo la discreción. [Demasiado simbólico y tampoco es así...]
Lo intentaré de nuevo: una horquilla de moño porque empiezo a tener el pelo largo, las gomas se me dan de sí y enseguida resbalan por el manojo de pelo de ratilla que tengo. Y porque me la he encontrado en el fondo de mi caja de horquillas y me ha parecido milagroso que con solo dos patas resuelva tanto y tan bien. Una. Horquilla.