jueves, 30 de septiembre de 2010

Y llegó el dia

Ya esta aquí. Esto se ha acabado. Mañana el despertador sonara a las 6 y a las 7 ya estaré de camino al trabajo. Espero no equivocarme de itinerario (han sido tantos meses), y llegar la primera. Desplegare las galletas de chocolate a la vista, no tanto para endulzarles el momento de mi llegada a mis compañeros sino para recordarme a mi misma que tengo otra vida en los fogones, entre papeles, en el parque y en la cabeza. Estoy bastante tranquila. No siento necesidad de revelarme contra mi destino. Acepto que vuelvo a trabajar sin demasiados traumas. Si con temores, porque todavía recuerdo en que puede convertirse un trabajo. Pero confieso un mínimo de ilusión por conocer los cambios y formar parte de ellos.
Y fuera del trabajo, sigo teniendo el trabajo de construir mi camino coherente y flexible cuyo itinerario intuyo pero desconozco.
Alea jacta est. Y mañana por la tarde, me seguirá esperando el parque, con la moto ruidosa de Leo y el ansia exploradora de Bruno. Y volverá a ser viernes. Y volverá a haber pizza. Y quien sabe que otras cosas volverán. Y que otras cosas no lo harán. De momento, me resisto a sucumbir ante la nostalgia, la melancolía y la certeza de que podría haber aprovechado mas estos meses. Han sido los que han sido. Y lo que viene, esta por decidir. La pelota, de nuevo, en mi tejado. Que la fuerza este conmigo.