domingo, 12 de septiembre de 2010

Afortunada

Ayer fue 11-S. En Documentos TV echaron un documental suizo que muestra el abandono al que han sido condenados todos los trabajadores y voluntarios que estuvieron en la zona cero tras la catástrofe. El 60% de estos ha desarrollado al cabo de los años alguna enfermedad grave relacionada directamente con la exposición a elementos tóxicos durante sus largas jornadas de trabajo. Ninguno de ellos está recibiendo ayuda del estado, lo que, teniendo en cuenta que el estado de bienestar es inexistente en EE.UU., hace que su abandono sea todavía mayor: sin posibilidad de trabajar y sin seguro médico no pueden mantener sus tratamientos.
Me acosté apesadumbrada. Enfurecida por la injusticia. Y también temerosa. La Fortuna siempre ha sido arbitraria y nadie tiene la garantía de contar con su beneplácito. Soy afortunada. Lo son la mayoría de los que me rodean y aquellos a los que quiero. Y siento una especie de imposición moral de, desde mi fortuna, esforzarme por la de aquellos que no la conocen. No sé cómo. Y no me sirve aquello que decía Agustín García Calvo de que lo mejor que podemos hacer por los demás es estar bien nosotros mismos. Siento ese deber que va más allá de mis fronteras inmediatas, más allá de una donación, más allá de una afiliación.No sé muy bien hacia dónde, pero siento el impulso.