domingo, 26 de julio de 2020

Un regalo de cumpleaños

Para Laura A., en su cumpleaños

Aquella noche brillaba la luna llena. No sé qué andábamos haciendo cuando sugeriste que nos acercáramos hasta la playa y bailáramos bajo la luna. Bailar siempre es una gran idea. Estábamos solas. Era nuestra última noche de festival. No recuerdo si había música de fondo, o si los conciertos ya habían acabado. No sé dónde estaban las demás. No sé si bailamos hasta caer rendidas. O si directamente nos tumbamos. Sobre la arena, entre las hierbas, miramos el cielo. Recuerdo el cielo oscuro. Recuerdo tu cara junto a la mía. Recuerdo sentirme libre por estar a tu lado. Aquel espacio, aquel momento, estaban dotados de una dimensión más. Esa dimensión no mesurable, difícil de hallar, que quizás siempre esté pero no siempre la sentimos. No tiene nombre. Y funciona como un eje, une eje alrededor del que se alinea todo lo demás. Y todo lo demás encaja. Y es como si el universo crujiera al hacer encajar las piezas. Como si fuera un instante de quietud. Como si el movimiento cesase. Como si todo estuviera en su sitio. A veces vuelvo allí. A sentir el silencio, la quietud y la fuerza que nacen al conectar, al dejarse llevar, al dejarse sorprender, al entregarse a la luna llena junto al mar.