sábado, 22 de abril de 2017

Donus y besos

El jueves, en la sala infantil de la biblioteca a la que vamos por las tardes, aterrizó un inesperado grupo de adolescentes que, calculo, estaría en 1º de bachillerato. Dos o tres chicas y dos o 3 chicos. Con poco entusiasmo y voz queda organizan un trabajo en grupo sobre El guardían entre el centeno.

Tres páginas de mi libro más tarde, en la mesa de al lado solo queda un par de chicas. Llega una tercera. Dos páginas después, todos han desaparecido pero sobre la mesa está la cartulina en la que se puede leer, con letras acolchadas y mullidas dignas de los 80, The catcher in the ray.

Después de revisar el examen del viernes de L. (volume, mass, matter), en la mesa de al lado de nuevo una de las adolescentes, con un paquete de 2 donus y la última chica que llegó charlan olvidando por completo que están en una biblioteca. Aparece la madre de la primera, que tampoco recuerda lo de que en las bibliotecas se guarda silencio, o al menos se simula hablar bajito, y regaña a su hija por no trabajar, porque en la academia acaban de informarle de que se distrae y no atiende. Ella le contesta y, sin mirarla directamente, le lanza un "eso es mentira" que hasta a mí, testigo circunstancial e involuntario, me produce escozor. La madre se marcha. Se me hace un nudo en el estómago porque me veo en ella recriminando de manera inadecuada a alguno de mis vástagos en el futuro.

Pero entonces, mientras B. contesta en su ficha a la pregunta de cuántos meses tiene un año con lágrimas en los ojos (en una biblioteca hay miles de cosas mejores que hacer que rellenar fichas con preguntas tontas como esa: todo el mundo sabe que un año tiene 11 meses), pues mientras B. responde, la chica de los donus, abriendo el paquete, le dice a la otra:
- ¿Quieres un bollo?
- No. Te quiero a ti.
El corazón se me acelera. Puedo sentir la mirada de la segunda chica y el rubor de la primera.

- Venga, en serio, ¿no te gustan los donus?
- No. Me gustas tú.

- Enero, febrero, marzo, abril... ¿cuántos meses tiene un año?
- ¡Ah! Doce, mamá.

La tensión desaparece al aparecer una tercera despreocupada que se une al grupo. Nosotros ya recogemos la tarea, tras los doce meses, y recojo también mi corazón conmovido. La pareja ahora está junta. La primera, de pie, le acaricia la espalda a la segunda, sentada. Esta levanta la mirada. Con sabor a donus y despreocupación, se besan. Todavía se liga en las bibliotecas.