La escena es la siguiente: en la mesa alta del restaurante de comida rápida de turno una familia europea de origen diferente al del país en el que se encuentran. 40 años, 2 niños, 1 primo. En la mesa de al lado, 20 años menos, unos jóvenes del mismo origen geográfico que la primera familia se desternillan de risa, tontean, frivolizan seductoramente. Seguramente se trata de estudiantes erasmus, como lo fueron la primera familia. Quien sabe si la pareja en ciernes de entre estos jóvenes, dentro de 20 años, estará ocupando una mesa de un restaurante de comida rápida con sus churumbeles, de paseo europeo. Se cruzarán entonces con otro grupo de jóvenes ruidosos (es el identificativo más evidente que comparten los originarios que nos ocupan) que trazan sin saber la ruta de lo que serán sus vidas. Así va esto, poco a poco, sin saber en cada paso, decisión, cambio, inercia, lo que perdurará o no, si podremos echar la vista atrás o no. Si lo recordaremos o no. Son tantas las cosas que se olvidan.