domingo, 26 de enero de 2014

Ayer pasé por el cine...

... y me aburrí. Profundamente y durante largo tiempo. Se nos ocurrió ir a ver El lobo de Wall Street, esa peli de Scorsesse en la que cuenta la ascensión y caída de Jordan Belfort, corredor de bolsa condenado por fraude en los 90.
Es frustrante pasar 3 horas sentado en una sala de cine y salir con la sensación de que no has visto nada nuevo, ni interesante, ni sugerente, ni enriquecedor, ni hermoso, ni siquiera feo. Me ha parecido banal, superflua, vacía e irrelevante. No se debe al calado moral del personaje, no. Se debe a lo que cuenta y cómo lo cuenta. Estoy de vuelta con el tema de los mercados de valores. No necesito que me hablen de nuevo del dinero invisible, inventado e irreal. Tampoco necesito que me expliquen una vez más lo que es la especulación. Y me da igual lo que la gente se meta por la nariz o cuáles sean sus preferencias sexuales. Porque, sinceramente, no veo que se vaya mucho más allá. No es una peli que construya un personaje y que nos invite a asistir a su evolución, sus dudas, sus decisiones. No, esta peli te coloca delante de la misma escena una y otra vez. En realidad, se trata de repetir desde distintos puntos de vista el discurso que da el personaje de Matthew McConaughey al principio. Después de él, se entra en un círculo de repetición que solo acaba con los créditos.
En fin, no me interesa el tema, no me ha interesado el enfoque y el resultado es, francamente, prescindible.