jueves, 28 de noviembre de 2013

Primera nevada

Hoy me ha despertado la voz en sueños de uno de mis hijos a las 5 de la mañana. He hecho lo posible por volverme a dormir, pero mi cabeza se ha activado pensando el la larga lista de tareas a la espera, y al final me he levantado. Al mirar por la ventana he visto una ligera nevada que lo cubría casi todo: los capós, los bordillos, las copas de los árboles y, por ráfagas, el suelo. Hace frío. Y se presenta una mañana complicada para el tráfico.
Se trata de la primera nevada de este otoño, que muchos decían tardío. Sorprendente, puesto que el cielo ayer estaba despejado, pero no por eso menos emocionante. Los niños estarán radiantes si todavía queda algo de nieve cuando sea la hora de ir al cole.
Y a mí me inspira la nieve y su simbolismo a estas tempranas horas de la mañana. Y a eso me aferro en este amanecer somnoliento y a desmano: suelo en blanco, como papel en blanco, en el que arrancar, recomenzar, iniciar, sin ver lo que queda debajo al menos durante un instante, debajo y latente a la espera de que rebrote en primavera. Bendita nieve.