domingo, 16 de septiembre de 2012

5 cámaras rotas

Cisjordania. Una pequeña aldea palestina llamada Bil'in. El ejército judío llega y empieza a construir una barrera, arrebatándoles las tierras de cultivo a los agricultores del pueblo. Al otro lado de la barrera empiezan a construir edificios donde se asentarán judíos ortodoxos. Justo en ese momento Ehmad Burnat, campesino, se compra su primera cámara de vídeo al tiempo que nace su tercer hijo. Esa cámara de vídeo, y otras 4 más que le seguirán, serán el testigo del espontáneo movimiento de resistencia pacífica de Palestina en esa región. Este documental, ganador del premio al mejor director en el festival de Sundance de 2012, fue mi lectura de anoche. Así que me fui a la cama valorando como nunca la paz.
Estos últimos años he pasado de saber que entre todos hacíamos la fuerza a dudarlo. Sí, lo dudo. Dudo que alguna vez se haga justicia con el pueblo palestino. Dudo que alguna vez esta crisis que está desahuciando nuestro pequeño estado de bienestar se de la vuelta. Dudo, francamente, que el poder logre ser justo, que el poder llegue a ser honesto, que el poder no caiga del lado de la avaricia. Esto es lo que creo.
Sin embargo, ver a noche este documental, su pequeña victoria y el elevadísimo e injustificable precio por ella, me recordaron que el desánimo no tiene cabida en la lucha por la justicia. Que hay que seguir insistiendo, aunque se trate de tirar abajo un muro de hormigón  con una cucharita de postre. Hay que seguir, sin parar, sin parar. Seguir.