
Estos últimos años he pasado de saber que entre todos hacíamos la fuerza a dudarlo. Sí, lo dudo. Dudo que alguna vez se haga justicia con el pueblo palestino. Dudo que alguna vez esta crisis que está desahuciando nuestro pequeño estado de bienestar se de la vuelta. Dudo, francamente, que el poder logre ser justo, que el poder llegue a ser honesto, que el poder no caiga del lado de la avaricia. Esto es lo que creo.
Sin embargo, ver a noche este documental, su pequeña victoria y el elevadísimo e injustificable precio por ella, me recordaron que el desánimo no tiene cabida en la lucha por la justicia. Que hay que seguir insistiendo, aunque se trate de tirar abajo un muro de hormigón con una cucharita de postre. Hay que seguir, sin parar, sin parar. Seguir.