Ha aparecido un domingo lluvioso y postnavideño. Paseaba con mis amigas y, entre un sinfín de hermosos objetos inútiles de diseño japonés apareció. Me gustó su sencillez, el grosor de sus pocas páginas y el lazo que lo cierra. Como es sencillo no me da miedo injuriarlo. El papel es grueso, así que podré quivocarme mucho sobre él. Y es fino, por lo que no me agobia la perspectiva de un cerro enorme de hojas blancas y eternas. Y lo puedo cerrar, con un lazo o con dos, y así parece que es bonito, mágico y secreto lo que encierra en su interior. Inspirador.