Me gusta mucho Vargas Llosa, y lo valoro como creador. Quizá la calidad varía notablemente de unas novelas a otras, pero considero que tiene extraordinarias obras, y una gran capacidad para contar historias con múltiples voces.
La última novela suya que leí, Travesuras de la niña mala, me pareció bastante floja. Pensé que la trama de amor tormentoso no funcionaba demasiadocomo excusa para retratar la evolución de la sociedad occidental-desarrollada desde los 60, sus grandes hitos y clichés historícos, lo que hacía, además, de forma demaisado banal y estereotipada. Al estilo de la novela de Carlos Fuentes Los años con Laura Díaz. Esta, francamente, bastante más inverosímil aunque eficaz como cronología histórica mexicana.
El caso es que hace unos meses, en la magnífica biblioteca que frecuento menos de lo que me gustaría, me encontré un cómic de Sergio Meliá titulado Una buhardilla en París. Con un título tan sugerente no tuve más opción que sacarlo prestado. Y leerlo. El cómic no está mal... flojillo, a mi modo de ver. Pero confieso que no pude ser objetiva porque con cada viñeta sobre la que pasaba los ojos iba recuperando la historia de Vargas Llosa. La joven misteriosa que aparece y desaparece de la vida de un traductor solitario y bohemio que sobrevive con penurias y que está obsesionado con esta mujer. En el cómic, ella se dedica a la protitución de lujo. En la novela, explota su belleza para casarse una vez tras otra con el que más la ayuda a medrar. Y al final termina por convertirse, también , en un esclava sexual. Ambas obras se desarrollan prinipalmente en París, en ambas hay una buahrdilla, en ambas él es traductor, en ambas ella es hermosa. Ambas retratan una historia de amor doloroso.
En fin, que se me parecieron las historias demasiado. Sergio Melià publicó su cómic en 2005, y Vargas Llosa publicó su novela en 2006. A lo mejor se trata de una historia fácil de imaginar, a lo mejor ambas provienen de una experiencia personal. A lo mejor los dos autores conocen a alguien aprecido al protagonista. A lo mejor los dos autores se conocen. A lo mejor es simple casualidad. Pero, sin duda, curiosa y triste casualidad con demasiadas coincidencias.