Acabo de enterarme por la prensa de que el veredicto del jurado popular que ha declarado inocente a Camps del cohecho impropio por el que se le juzgaba (el juicio de los famosos trajes) estaba lleno llenísimo de faltas de ortografía. He visto una imagen y lo destacable no son solo las faltas de ortografía. La caligrafía es irregular y los renglones torcidísimos dibujan sobre el papel un oleaje digno de alerta naranja.
¿Es representativa la forma de este escrito (inevitablemente asociada al contenido que transmite) de la capacidad crítica del pueblo valenciano? El nivel cultural que se desprende tras la observación de este documento, ¿tiene una vinculación clara con lo que supone el veredicto?
La verdad, si es que existe, tiene múltiples caras e infinitas interpretaciones. Y supongo que eso es lo que creen y defienden aquellos que piensan que estas cosas pueden ser juzgadas "inocentes". Pero cuidado, no podemos jugar al relativismo. Sí que hay una verdad que no es interpretable sino absoluta y esta debe entrañar consecuencias. Camps, pese a lo que ha dicho el jurado, sí que tenía "influencia" en la contratación. La tenía él y otro montón más de políticos sin escrúpulos. Pero ¿quién puede tragarse que un corrupto mafioso haga regalos a un presidente y a su familia y que no esperara nada a cambio? Nadie. Ahí está el problema. Que los ciudadanos saben que es así, pero lo justifican y absuelven.
Me entristece esta estrechez de miras nuestra, que demuestra que somos incapaces de percibir el daño tan enorme de un acto como el que se juzga y de una decisión como la que se ha tomado. Y me preocupa y enfada, además de entristecerme, que esto demuestra que no tenemos dignidad moral como sociedad. Este veredicto supone la exculpación por robo de un ladrón que es representante electo, autoridad. Pero lo grave es que es, al tiempo, la exculpación de un modelo de vida en sociedad que es practicado en todos los niveles por otros muchos ciudadanos. Se ha premiado el "listillismo", se ha absuelto al caradurismo. Con esta sentencia se premia al ladrón y se le cierran las puertas a la responsabilidad colectiva, al bien público común, a aquello que nos hace ciudadanos. Seguimos siendo una tribu salvaje. La ortografía y la caligrafía lo demuestran: ni Cultura, ni cultura, ni sentimiento de colectividad, ni responsabilidad social. QUe gane el más listo y espero hacerme su amigo.