martes, 18 de octubre de 2011

Kings of convenience



He encontrado el primero de sus discos, Quiet is de new loud, rebajado y me lo he comprado. Lo he puesto en el coche, camino del trabajo. Esas guitarras melancólicas y las voces melodiosas de los dos componentes me sumergen en un estado de agradable tristeza. Viajo con ellos a tierras nórdicas, donde la brisa corre fresca incluso en un mediodía de julio. Siento como si una parte de mi alma hubiera conocido aquello, el Norte, la dureza de sus tierras, la palidez de sus gentes, el calor de sus hogares. Como si mi alma, deseosa de sol, hubiera migrado al sur y ahora se encontrara perdida. Una canción tras otra, sin una pizca de decepción. Son nuevas, pero me suenan a buenas canciones de siempre, de esas que no te cansas de escuchar.



Llego a mi destino. Aparco. Apago el motor. Los últimos acordes. Con el portazo al cerrar me escabullo del sol bajo de Noruega como si escapara de los brazos de mi amante mientras duerme, con fastidio, sentido de la responsabilidad, y tremenda nostalgia por poner fin a un momento mágico. El asfalto está caliente, el sol pesa y quema. Los camiones no me dejan atravesar la calle. En mi cabeza, resuenan los ecos amables y reconfortantes de "Winning the battle, lossing the war".