Me gustan las cosas bonitas, me gustan las cosas que hacen bonito. Me gustan las cosas que quedan bien, las que huelen bien, las que combinan bien. Paradójicamente, suele tratarse de cosas cuya única utilidad es la estética. Poco o nada prácticas, atrapapolvos, inútiles. Pero hermosas. Y por eso, aunque me gustan las cosas bonitas, no suelo rodearme de ellas. Antes de nada, siempre pienso en para qué sirven, y la estética, en la mayoría de las casos, es de los últimos criterios.
Pero ahora... he descubierto algo que mezcla hedonismo estético y cierta funcionalidad, aunque sea la de mostrar y trabajar con los recuerdos. Me estoy sumergiendo en algo de lo que no sé si saldré escaldada o que me acompañará para siempre. Scrapbooking. Viniendo de donde viene no pinta bien pero me tiene atrapada. Incoherencias de una.